(Aquino Lamas)
Meciéndome y meciéndome
avancé hacia mi como un mesías
siamés que nadie espera separar
de sí.
Discontinuado de origen
prosperaba sin conocer necesidad
más justa.
No sé si hacía bien: había perdido
la capacidad de juicio, pero las otras
estaban intactas, y crecían en todos
los sentidos.
No había motivos para estremecimiento
ni otros movimientos sospechosos
de alimentar dudas entre el punto
de partida y el de llegada.
El mesianismo es un humanismo; en un
punto, todos esperamos algo sin ningún
fundamento. Los fundamentos pueden
esperar.
La cena está servida, me avisa la cucaracha.
Meciéndome pensé: El problema de Gregorio
Samsa, era la falta de un siamés.
Meciéndome como dios manda, o su siamés
el mesías, decidí abandonar la mecedora
en forma temporal, para cenar en comunión
con dioses, mesías y el resto de organismos
vivos.
Volveré a mecerme a voluntad, si así lo
quiere el mesías, mientras espero sin prisa
a mi mecenas, entre mis presas siamesas.
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