jueves, 30 de marzo de 2023

El Origen de la Justicia Divina

 

(Aparicio Custom)

 

Dios no tiene cuerpo, no lo necesita,

pero puede crearlos todos.


Así lo hizo siempre. Empezó con uno,

vio que era bueno y se entusiasmó, ya

que todos resultaban buenos (siendo

creaciones divinas, no había otra

posibilidad)


Al hacerlo, descubrió que las posibilidades

de los cuerpos eran casi infinitas, y eso lo

entusiasmó (lo hubiera excitado, también,

pero eso requiere un soporte físico; se

necesita un cuerpo)


Mientras perfeccionaba su industria

corporativa, pensó: Yo podría tener

uno de estos si quisiera, incluso uno

mejor y más perfecto… Pero no

tengo necesidad, por ahora, ya veremos.


(El futuro divino no es demasiado complejo

ni intrincado, aunque resulta inasible para

nuestro entendimiento limitado:


Como entidades superiores, son seres que

gozan de una perfecta simetría respecto de

sí mismos: tienen tanto pasado como futuro,

una condición que nos excede e inquieta)


En un principio, tomó una partícula de

barro primordial y con un soplo discreto,

dispuso dar forma a una criatura pequeña,

a su imagen semejanza:


Al instante, surgió la figura de un mamboretá.

Es bello, se dijo el Creador. Demasiado bello,

no es justo que alguien sea tan bello…


Para hacer justicia, concibió la idea de que el

macho fuera devorado lentamente por la

hembra al copular. Luego la editó, vio

que era buena y la hizo ser verdad.


Amor y muerte, habrían de confluir

en espacio y tiempo, dando lugar

al origen de la Justicia Divina:


Nada más justo que el amor

acabando en su propia metáfora. 



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