(Ricardo Mansoler)
Las vocaciones conocidas son muchas,
acaso demasiadas, pero su número
crece sin pausa.
No sabemos cuántas serán en el futuro,
aunque descontamos una cifra provisoria
e insuficiente.
El futuro es un misterio, es decir
una aventura.
Hay quien no acusa una vocación
determinada, pero tiene inclinaciones
-es raro no tenerlas- Luego, ciertas
circunstancias y el azar hacen que
alguna desarrolle, o no:
No hay nada establecido, pero se puede
aventurar que la vocación es una inclinación
intensa o excesiva, bien definida.
¿Una buena definición?
Es dudoso, muchos no alcanzan a definirse
nunca: van probando y descartando,
acumulando ensayos y errores hasta dar
con su verdadera vocación: el fracaso.
La vocación de fracaso no significa
el fracaso de la vocación:
Por el contrario, siendo aquel el mejor
maestro, quien abraza y desarrolla
esa vocación -no del todo valorada-
llega a obtener una sabiduría envidiable.
Aunque nadie la envidie demasiado,
por pura ignorancia o por motivos
que ignoramos, la sabiduría no goza
de popularidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario