sábado, 4 de noviembre de 2023

Ejercicio rítmico

 

(Aquino Lamas)

 

Los ejercicios rítmicos, aunque

resulten monótonos y tediosos

son beneficiosos, si no útiles,

tanto para el desarrollo de la

concentración como para el control

la voluntad de disipasión:


Es difícil concentrarse mucho

en algo que no nos apasiona.


También sirven para corregir

prácticas vacilantes y posiciones

dudosas, que una vez adquiridas

pueden tornar crónicas.


En la ejercitación, el ejecutante

aprende a registrarse a sí mismo

evitando distracciones:  Se reconoce

en un patrón rítmico, aprende a amar

a su patrón y a replicarse a sí mismo

hasta constituírse en su propia base

de sustentación.


Quién ama a su ritmo no duda ni

vacila. Nada lo pierde y sabe que

no puede perderse: eso se castiga.


El ritmo es anterior a todos los sentidos

conocidos y a las palabras con que los

producimos y tramitamos.


Quien ama su ritmo no busca otro amo.

Todas nuestras emisiones tributan a un

ritmo, y lo expresan, aún cuando no lo

reconozcamos.


El tiempo invertido en la práctica del

ejercicio rítmico, nunca es tiempo

perdido.


La pérdida pertenece al orden de lo

material: perdemos peso, volumen,

consistencia o masa pero el tiempo

no es materia.


El cuerpo es sensible al tiempo:

Declinamos, perdemos precisión

en los movimientos y nos volvemos

más torpes cada vez. La pérdida

tiene su ritmo.


Adelantarse o retrasarse no sirve de

mucho, el ritmo siempre llega a destino

y todos perdemos todo, por mucho que

hayamos invertido.


Invertir tiempo en ejercicios rítmicos

es una de las inversiones más seguras.


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