(Nicasio Uranio)
El caudal de realidad circundante
excede todo lo que puede esperar
una pera acéfala antes de aparearse.
Una pera sola y soberana, es ajena
a los nuevos vientos inesperados
que se avecinan y volverán a soplar.
No sabe cuando un viento es nuevo,
no distingue la realidad de lo falso:
un soplo, de un soplido.
No diferencia mucho, ni sabe lo que
es soplar y hacer botellas. Podemos
dar por hecho que no sabe.
Ante un embotellamiento de peras
la pera sólo espera, hacinada en su
sabor, acéfalo y tan propio como un
yo.
¿Qué esperabas?
No se puede esperar mucho de un
poema, menos de uno de peras,
totalmente periférico:
Mejor saborear esta pera
madura sin apuro.
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