(William Arsenio Pereira)
-Mirá, Teresa, un poema en sánscrito,
una de las lenguas más antiguas.
-¿Quién lo escribió?
-Autor anónimo. En esos tiempos, la
mayoría de los autores eran anónimos.
Había pocos, y nadie pensaba en la
trascendencia, la posteridad ni los
derechos de autor.
-Me imagino ¿y dice la fecha?
-No, ni sé si en esa época se usaba. Gracias
que podían escribir algún poema como éste.
-¿De dónde lo sacaste?
-Bueno, en realidad lo escribí yo…
-¿Y desde cuándo sabés sánscrito, vos?
-No, no entendiste. Vos sabés que no sé, pero
nadie lo sabe ni tiene por qué saberlo. No
importa eso: Acá nadie sabe sánscrito, que yo
sepa; no lo pueden advertir. ¿Se entiende?
-Está bien, pero tampoco lo van a entender…
-¿Y quién dijo que los poemas son para entender?
Eso es lo más interesante, Teresa. No se puede
entender todo, y mucho menos en un poema:
Hay que sentir, entregarse a las sensaciones que
provoca el poema y gozar; ese es el sentido.
No se trata de entender, no hace falta. Eso es
cosa de otra época.
-¿Y qué dice el poema?
-No sé, está en sánscrito. Sólo me falta corregirlo.
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