(Serafín Cuesta)
El tumulto de la urbe
puede alterar la vida útil
de la vid.
El hervidero de cuerpos
que se hacinan y pululan
buscando su carroña puede
afectar el desarrollo sano
de la uva.
El incremento de zonas urbanizadas
precipita el cambio climático. El
planeta se defiende calentándose;
como otros cuerpos, genera anticuerpos
y levanta fiebre.
No se sabe hasta donde llegará, las
uvas no son las mismas pero aún
prosperan y se espera que maduren
en tiempo y forma:
Hay que esperar y mantener la calma.
Cada segundo nacen cuatro de los
nuestros y mueren dos. Si logramos
mantener el ritmo, pronto seremos
mayoría.
Los tumultuosos, agitadores que medran
con el caos, sectores marginales y otros
inadaptados, parecen tener los días contados.
El desarrollo sustentable no puede detenerse.
Nuestras bodegas acumulan suficiente stock
para que todos podamos celebrar, en su
momento (según cada capacidad adquisitiva)
El planeta podrá recalentarse hasta cierto
punto y seguir haciendo de las suyas. Sabemos
que desde hace millones de años, siempre hubo
catástrofes naturales.
Pero siempre que llovió paró, y todo indica,
según las tendencias registradas y a disposición
de todo el mundo, que el mundo será privatizado:
Algo que siempre funcionó.
(Ya casi está, lo estamos haciendo juntos)
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