(Serafín Cuesta)
Por amor al goce
convencí a mis hijos
prematuros y vencidos,
ya no nazcan.
Por amor al goce
desterré los brotes más sensatos
de este mundo, y los sospechosos
de encubierta sensatez.
Por amor al goce
me anoté en un taller de poesía
para trabajar la métrica:
el resto no hacía falta.
En virtud del goce
encendí inciensos
e hice otras cosas sin sentido
no menos irreproducibles:
-es poco lo que merece ser reproducido-
Escribí pancartas secretas
en los tiempos muertos y poemas
opinables o punibles.
Era natural: El goce y el amor
es difícil que coincidan o convivan
o connivan en el tiempo.
No pregunto cuál es más natural
de estos dos verbos, no gozaría
sabiendo más de lo que sé.
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