(Florencio Cusenier)
Al perderme tu a mi
yo y tu hemos perdido.
Se produjo un error,
algo falló: Tal vez
la competencia nos mató.
Amamos competir, compartimos
ese amor.
Sabemos que la competencia sana
todo lo mejora.
Nosotros, los de entonces,
ya no somos los mismos:
ahora somos mejores,
al menos yo; no se tu.
Siempre aspìramos a más, es cierto.
Y la competencia nos superó.
Pero no, mi amor, mi amor
a la competencia no mermó, es más:
se enriqueció.
Lo nuestro fue una oportunidad
que se perdió. Nos perdimos, y
ahí perdimos los dos.
Pero de los dos, tu pierdes más
que yo, porque yo aprendí de ese
error no forzado y capitalicé el
fracaso en forma positiva:
Estoy mejor que nunca, más seguro
de todo y mucho más competitivo.
Otra vez no me pasa, y si pasa será
parte del camino a la superación,
un camino sin retorno.
Lo siento por ti, pero el amor es así:
Hay que saber ganar y perder,
lo importante es competir.
Como recuerdo, te obsequio una
frase plena de sabiduría trascendente:
Sólo quien conoce el fracaso
puede valorar el éxito
y gozarlo en plenitud.
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