domingo, 14 de julio de 2024

La vocación subalterna

 

(Florencio Cusenier)

 

Entre la primera persona

y la terecera, hay otro:

usted o vos lo saben,

aunque no queremos ser segundos

ni campeones morales:


El ganador es uno, igual a uno,

que pudo haber ganado pero perdió,

aunque haya sido segundo:


No tiene ningún valor este puesto,

ni en el éxito, ni en el fracaso.

El castigo al autor material y a quien

lo secundara, no difiere mucho.


Segundos afuera: Una segunda voz,

por más precisa y aún mejor ejecutada

que la primera, nunca será demasiado

valorada; está en un segundo plano y

tiene un valor subalterno.


Así funciona la armonía del mundo

humano, en el primer mundo como

en el tercero.


¿Y el otro?


Algo habrá hecho, dice la tercera persona.

O habrán, para ser más precisos.


¿O habremos?


No se sabe, sólo somos tres personas

en esta historia: Yo no hice nada.


En segundo lugar, alguien tiene que perder

para que haya un ganador: Todos tienen

que perder para que uno gane, siempre fue

así, y funcionó.


Así se arma la armonía, y funciona.

Se puede armonizar a más de dos y tres

voces, para que brille la primera. A las

otras nadie las registra por lo común.


Algunas voces se pierden en el armado

de la armonía, aunque son igualmente

necesarias:


Si gana la armonía, ganamos todos.


¿Vos no? ¿Usted tampoco?


Algo habrán hecho.


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