(Florencio Cusenier)
Entre la primera persona
y la terecera, hay otro:
usted o vos lo saben,
aunque no queremos ser segundos
ni campeones morales:
El ganador es uno, igual a uno,
que pudo haber ganado pero perdió,
aunque haya sido segundo:
No tiene ningún valor este puesto,
ni en el éxito, ni en el fracaso.
El castigo al autor material y a quien
lo secundara, no difiere mucho.
Segundos afuera: Una segunda voz,
por más precisa y aún mejor ejecutada
que la primera, nunca será demasiado
valorada; está en un segundo plano y
tiene un valor subalterno.
Así funciona la armonía del mundo
humano, en el primer mundo como
en el tercero.
¿Y el otro?
Algo habrá hecho, dice la tercera persona.
O habrán, para ser más precisos.
¿O habremos?
No se sabe, sólo somos tres personas
en esta historia: Yo no hice nada.
En segundo lugar, alguien tiene que perder
para que haya un ganador: Todos tienen
que perder para que uno gane, siempre fue
así, y funcionó.
Así se arma la armonía, y funciona.
Se puede armonizar a más de dos y tres
voces, para que brille la primera. A las
otras nadie las registra por lo común.
Algunas voces se pierden en el armado
de la armonía, aunque son igualmente
necesarias:
Si gana la armonía, ganamos todos.
¿Vos no? ¿Usted tampoco?
Algo habrán hecho.
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