(Aparicio Custom)
El consumo puede descomponerse
en suntuario y necesario.
El consumidor sano y avezado
sabe diferenciar, y aunque frecuenta
ambos, establece prioridades:
No siempre podemos consumir todo.
El consumo puede responder a la necesidad
tanto como al deseo: aquella pasa, bien o
mal resuelta, para volver a presentarse con
frecuencias regulares en secuencias que
necesitamos repetir.
Mientras que el deseo busca su oportunidad
en una sana competencia:
Si sólo consumiéramos lo que necesitamos
no habría mucha emoción, sería aburrido
como todo lo que se repite.
Gozamos de muchas modalidades
de consumo, suficientes para elegir, descartar
y evolucionar en individuos cada vez más
selectivos:
Nos debemos a la selección natural,
que pulió, trabajó y multiplicó el deseo
desarrollando nuevas oportunidades de
consumo.
La evolución nos hizo necesarios,
entre tantas especies subalternas, algunas
ni siquiera aptas para el consumo humano.
El consumo se descompone más
a medida que avanzamos en el sesgo evolutivo:
Hay mercancías de primera necesidad, segunda,
tercera y otras subalternas.
El consumidor sano y avezado sabe diferenciar
lo esencial de lo superlfuo, lo necesario de lo
suntuario, lo útil de lo vano:
Sabe cómo obtener lo que desea, o al menos
necesita, sin pagar mucho más de lo que vale.
El consumidor sano es esencial para una
economía sana, donde todos tengan acceso
al consumo, o al menos a alguna de sus
muchas y diversas
expresiones. Luego:
En condiciones naturales,
el consumidor sano se descompone.
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