(Olegario Saldívar)
La meditación profunda
puede iniciarse desde la observación
de un objeto impensado, algo tan
insignificante como una mota de polvo
abandonado.
A partir de esa imagen, casi insubstancial
podemos transportarnos y reconocer
nuestro pasado material, descubriendo
aquella historia anterior a la carne
y trascendiéndola.
Es el polvo que fuimos,
el polvo que seremos,
el polvo enumerado
que nos hace amables
observándolo,
salvando las distancias.
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