(Serafín Cuesta)
Una bandada de pájaros inútiles
surcó el humilde cielo
de mi celda.
El cielo permanece infinito
aunque apenas pueda verse
por un tragaluz.
Es bueno que casi todas nuestras
celdas contengan uno:
Él nos permite imaginar todo lo
que no vemos.
Esos pájaros inútiles como dioses
¿adónde irían?
Hay dioses que no se reconocen
¿Son más que los conocidos?
No puedo aventurar una respuesta.
Lo más seguro son las paredes
de esta celda: sólidas, estables,
un buen lugar para imaginar el
infinito a vuelo de pájaro.
¿Y si fueran dioses los volátiles
avistados?
¿Cambiaría algo en nuestras células
y celdas?
No, si bien comparten la condición
inútil, Dios no suele andar en bandadas:
No se junta con nadie, siempre supo
estar solo y preferir el cultivo de su
soledad infinita.
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