lunes, 9 de septiembre de 2024

Nadar solo

 

(Senecio Loserman)

 

Nadie nada solo demasiado lejos.

Pero nadie nada lejos demasiado

solo.


Los intentos fracasados se acumulan

como inútiles insignias.


Nadie enseña a nadar solo.

Nunca se enseña sólo a nadar:

(en toda enseñanza hay segundas

intenciones)


Primero hay que saber flotar;

algunos flotan por instinto natural,

otros se hunden en la propia torpeza

de un pleonasmo que repiten con

naturalidad:


Todo lo que se repite

acaba por volverse natural.


El instinto nos preserva del peligro:

Mejor no aventurarse sin saber.


Cuando se nace, no se sabe nada,

pero hay quienes nacen nadando

como si no supieran que abandonaron

el líquido amniótico, o que él los

abandonó.


No fracases en el segundo intento,

es mejor ahorrarlo: los instintos

fracasados se acumulan como inútiles

consignas.


Conserva tus cocardas para cuando

te encuentres lejos, y no puedas

percibir las medidas de las cosas

que te reflejaban en el agua, ni la

dudosa consistencia de esas aguas

mal nadadas.


No te anonades, nadie nació sabiendo

nada: si te abandonas, el cuerpo flota

por sí mismo. El instinto sabe más

que la conciencia del aprendiz.


Nadar solo es algo agotador

hasta para el más avezado nadador:

La conciencia siempre es aprendiz.


Nadie nada solo demasiado lejos,

aunque nadie nada lejos demasiado solo.


Tomo mi catalejo y observo

al nadador, perdiéndose a lo lejos:


Ahora es tragado por el horizonte. 


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