(Onésimo Evans)
Una vaca volvió a acampar
en el poema.
No sé si es la misma, no parece,
como tampoco el poema: éste
es otro, pero nunca se sabe.
Tranquila, hace trabajo de campo:
Si bien la contracción al trabajo
le es ajena, la vaca es animal territorial
y sabe como marcar su territorio
para que nadie dude.
Ahora encontró un lugar propicio
y defeca con soltura. Sabe lo que hace
porque ya lo ha hecho otras veces
(como quien reincide en la escritura
de un poema ya ensayado)
Todo excremento es un significante,
y éste es, además un buen abono para
la tierra inculta del poema que se
reproduce.
Asimismo, todos los animales de este
valle somos significantes, aún cuando
no emitamos nada significativo.
Como animal territorial, una simple
vaca de campo o de monte es un aporte
invalorable para cualquier poema en
funciones.
Que no se malinterprete esta deposición
en relación al metabolismo del poema
diferenciado en su vocación bucólica:
Nadie rebaje a lágrima o reproche
la emoción emanada entrambos cuerpos:
También la vaca es un recurso natural
como nosotros.
Lo que hizo no significa que descalifique
al poema. Por el contrario, actúa de oficio:
invierte en el poema y le agrega valor, si
lo tuviera:
Cosa que la vaca no tiene por qué saber.
¿Qué sabrá una vaca lo que vale un poema?
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