(Epifanio Weber)
El vocero perdió la voz:
quedó el cero,
que ya lo teníamos.
Ahí está,
girando sobre sí
como un gerundio muerto.
El cero es anterior a la unidad,
se lo respeta como signo
precursor del sistema binario
y la batalla cultural, que es la
que define todo.
La falta de definición
de voces anteriores y sus dudosas
modulaciones sentó precedente
devolviéndonos al cero primordial:
El verdadero cero empoderado
y libre.
Nunca es confesa, la búsqueda
del cero, pero es un secreto a voces
que mantiene su valor como recurso
renovable.
El vocero, aunque sea oficial,
no es más que un mensajero,
un mero mensajero:
un personaje miserable.
Seamos sinceros: Acabar con él
no serviría de nada; lo reemplazaría
otro del mismo valor y sería como
volver a cero.
¿Volveremos?
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