(Senecio Loserman)
Hay quien nada y quien no nada:
Teme al agua quien no la conoce.
Algunos mueren sin conocerla.
También está el intrépido
que no le teme a nada
y se aventura aunque no sepa,
ni nadar ni nada:
El agua lo recibe indiferente,
igual que a un consumado nadador.
Hay nadador dador y receptor:
El que nació dador, siempre está
dispuesto a darlo todo; es dado
a darse por naturaleza, y no se mide
ante nada de lo dado.
Puede nadar en agua destilada
o enlodarse en una ciénaga nativa.
En cambio, el receptor no nada
en aguas que no sean seguras.
Calcula lo que puede recibir
del agua si la nada:
Aunque sepa nadar, no nada sin
conocer los riesgos encubiertos
en el agua.
Algunos prefieren aguas estancadas,
peligros conocidos y venenos naturales.
Otros, más cautos, se resignan
a ser nadadores que no nadan, y mueren
sin conocer el agua.
(Conocen que su cuerpo es casi todo
agua, y es más que suficiente)
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