domingo, 15 de septiembre de 2024

La evolución de la mercancía

 

(Horacio Ruminal)

 

Entre los inventos humanos, que no

son pocos, la mercancía ocupa un

lugar preponderante, podría decir

capital.


¿Nacieron juntos?


Casi: nadie inventa nada sin obedecer

a una necesidad. Una vez que se aprende

a obedecer, el camino se allana, y sólo

es necesario repetir:


Todo se repite por reproducción, que es

un mandato biológico: obedecemos o

nos extinguimos, desperdiciando otras

oportunidades históricas.


Somos unidades productivas, producimos

todo lo necesario para sostener el ritmo

de la demanda y reproducir las relaciones

de producción, que son las que importan:


Lo que no se puede producir, hay que

importarlo.


Del origen humilde de las primeras

mercancías, poco quedó. En poco más

de dos siglos, su expansión trascendió

todos los límites, incluso los del fetichismo.


Conspícuos y empoderados economistas,

nos ilustran sobre la evanescencia de los

mercados y otras leyes de esta disciplina

que se postula reina de todas las ciencias.


El valor de uso fue superado por el valor

de cambio, que resultó más útil:


La evolución borró todos los contornos

permitiendo que todos nos podamos

reconocer en la palabra mercancía:

Ahí está todo lo que necesitamos saber.

No hace falta entenderlo para serlo.


(Quién no guste reconocerse como mercancía,

puede hacerlo como recurso: el mercado

siempre ofrece opciones)


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