(Serafín Cuesta)
Todos los ángeles acaban
cayendo, al menos los auténticos.
No pueden caer en lugares comunes
como nosotros, pero caen sin poder
evitarlo.
No es muy común verlos caer, pero
sabemos que caen: siempre cayeron.
Así funcionan.
Ha de ser su destino, creemos,
como tantas cosas que creemos
aunque no las veamos, y así
funcionamos.
No hay mucho margen de error;
Si no fuera así y no fueran capaces
de caer, bien o mal parados, habría
una sobrepoblación de ángeles.
No, no se advierte nada semejante.
Sabemos que los ángeles no pesan
nada, resisten a la ley de gravedad
y a otras, por ser ajenos a la corrupción
de la materia, pero no al tiempo:
Los ángeles son sistemas bastante
complejos por lo que sabemos,
y con la entropía nadie la talla.
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