(William Arsenio Pereyra)
El conocimiento es una moneda
de dos caras; Caro es obtenerlo,
no nos hace más felices, ni
mejora la calidad de vida.
Tal vez sea demasiado lo que sabemos,
no sabemos, pero el hombre nunca ha
dejado de producir conocimiento, a lo
largo de su discreta historia en este mundo.
Lo acumulado hasta aquí es suficiente
para que nadie pueda vanagloriarse de
conocerlo todo.
Pero eso no significa un obstáculo, ni un
límite: La tecnología nos provee de
objetos superiores, máquinas inteligentes
que saben más que nosotros, y sabrán cada
vez más, almacenando todo el saber en sus
memorias din límites.
Todo este progreso es producto de la
división del conocimiento, qué aceleró
su producción en forma inédita, desde
la conquista de la división del trabajo.
¿Adonde íbamos?
O ¿Adónde vamos?
No está claro todavía, pero es posible especular
que la evolución inteligente concretará, algún
día, la mayor aspiración humana de casi todos
los tiempos:
Que nadie tenga que trabajar para vivir
y el trabajo no sea obligación ni deber.
¿O no era esa la mayor aspiración?
No lo sé. Los que saben mucho más que yo
aseguran que cuánto más se conoce, mayor
es la conciencia de la propia ignorancia.
El conocimiento es una moneda de dos caras.
Yo soy lo bastante viejo para aspirar
a nada, y todavía no sé qué voy a ser
cuando sea grande.
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