(Serafín Cuesta)
Estaría dispuesto a evitar
los excesos, si no supiera
que los míos son los mejores.
Sólo quien reconoce sus debilidades
puede superarlas.
Sólo que, al reconocerlas, podríamos
elegir no superarlas:
Me hice fuerte sin querer, me confió
alguien que habiendo reconocido todas
sus debilidades, se empeñó en superarlas
obedeciendo presiones externas.
No se detuvo a pensar si lo deseaba, si
era esa su voluntad: Las voluntades débiles
son volátiles, permeables y propensas a
caer en excesos.
Yo reconozco mis debilidades,
soy reconocido y lo asumo con humildad.
Puedo evitar algunos excesos comunes,
como hablar de más o excederme en las
comidas.
Otros los acepto, aunque no los comparto.
Me reconozco alguien humilde, acaso
demasiado, lo que me hace dudar en
compartirlo:
Se puede malinterpretar, no sé si hay
otros tan humildes y no quiero despertar
envidia. Hay quienes envidian cualquier
cosa.
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