(Ricardo Mansoler)
Era una vocación absurda, como
todas. Lo sabía, y aunque no lo
supiera tanto, lo sospechaba.
Pero la seguí, a ver adónde me
podía llevar.
Sí, lo sé, la vocación sola no te
lleva a ninguna parte, ninguna
vocación.
Es uno el que va dándole sentido
al adoptarla y trabajarla con más
o menos pasión.
Cualquier trabajo hecho con pasión
conduce al exceso o a la incomprensión:
Todos estamos comprendidos en
alguna forma de trabajo, normalmente
desapasionado.
Pero el que se entrega a una pasión,
aún la más absurda, como la fe, pierde
los límites y olvida que es parte de
este mundo absurdo: Al hacerlo
se vuelve sospechoso.
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