lunes, 27 de enero de 2025

La salvación de la carne

 

(Rogelio Rogel)

 

Yo podría haber sido un buen

epígono, quizás un number one

en lo mio, pensé para mi.


Pero carecía de voluntad y

vocación, tal vez no era ese mi

destino, aunque con esfuerzo y

voluntad todo es posible.


Claro que, sin vocación para el

esfuerzo ni el sacrificio, es más

difícil.


Podría haber sido un carpintero,

un artesano, pero hay que tener

mucha paciencia para trabajar la

madera o cualquier otro material.


Y no es lo mío, no estoy hecho

de esa madera, ni tengo vocación

por lo material.


Acaso hubiera sido un buen pastor,

pero no soy afecto a los dogmas

y no me atraen lo suficiente los

rebaños.


Podría haberme desarrollado como

reducidor autónomo y obtener algún

reconocimiento entre los reducidores,

un círculo reducido pero con vocación

de crecimiento: Cada vez son más.


Pero no compartía esa vocación.


No sé, podría haber sido tantas cosas

que siento alguna nostalgia por todo

aquello que no fui.


Ahora soy un carnicero, no sé cómo

llegué aquí, no era mi vocación,

pero aquí estamos.

 

Al menos no hay que esforzarse mucho

para vender: (nunca supe vender nada,

ni a mi mismo) la carne se vende sola.


Sólo es cuestión de aprender los cortes,

saber cortar y repetir. La carne se vende

sola, sin ella no habría ningún comercio:


La carne inauguró el comercio primordial,

el metabólico. Somos carne que necesita

carne y no seríamos nada sin el comercio

carnal.


La vocación puede esperar.




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