(Rogelio Rogel)
Yo podría haber sido un buen
epígono, quizás un number one
en lo mio, pensé para mi.
Pero carecía de voluntad y
vocación, tal vez no era ese mi
destino, aunque con esfuerzo y
voluntad todo es posible.
Claro que, sin vocación para el
esfuerzo ni el sacrificio, es más
difícil.
Podría haber sido un carpintero,
un artesano, pero hay que tener
mucha paciencia para trabajar la
madera o cualquier otro material.
Y no es lo mío, no estoy hecho
de esa madera, ni tengo vocación
por lo material.
Acaso hubiera sido un buen pastor,
pero no soy afecto a los dogmas
y no me atraen lo suficiente los
rebaños.
Podría haberme desarrollado como
reducidor autónomo y obtener algún
reconocimiento entre los reducidores,
un círculo reducido pero con vocación
de crecimiento: Cada vez son más.
Pero no compartía esa vocación.
No sé, podría haber sido tantas cosas
que siento alguna nostalgia por todo
aquello que no fui.
Ahora soy un carnicero, no sé cómo
llegué aquí, no era mi vocación,
pero aquí estamos.
Al menos no hay que esforzarse mucho
para vender: (nunca supe vender nada,
ni a mi mismo) la carne se vende sola.
Sólo es cuestión de aprender los cortes,
saber cortar y repetir. La carne se vende
sola, sin ella no habría ningún comercio:
La carne inauguró el comercio primordial,
el metabólico. Somos carne que necesita
carne y no seríamos nada sin el comercio
carnal.
La vocación puede esperar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario