(Nicasio Uranio)
La realidad está detonada,
antes fue explosión:
ahora denotada en el verbo.
Ya no se habla, no es posible
hablar de la realidad estando
ahí.
Detonada, todo termina en nada
gracias a la lengua que lame
nuestra casa bien fundada,
aunque con algún defecto de
terminación.
De tonadas sé poco, apenas
distingo unas de otras,
cuando estoy entonado.
Lo difícil es percibir la propia;
casi tanto como no desentonar.
Yo creía afinar bastante bien
y no tener tonada.
Pero en mi lejana adolescencia,
aún en curso, unos parientes me
llevaron a conocer Resistencia:
Unas primas lejanas como el Chaco
intentaron catequizarme, entre otras
cosas (hasta querían llevarme con
un cura, a lo que opuse resistencia:
no creía ni quería creer; ya había
soportado el bautismo, la comunión,
y era suficiente)
Me llevaban a pasear, a conocer. Me
mostraron donde vivían los tobas y
hablábamos bastante: Me sentía un
forastero.
Hablamos de tonadas, y volvimos
a discrepar: Ustedes, los porteños,
también tienen tonada, sonreían…
Yo negaba, me resistía a aceptar que
estas jóvenes de Resistencia a las
que apenas conocía, me quisieran
convencer de algo tan absurdo como
ajeno, yo sabía.
Sabía que la realidad es otra
y nosotros no tenemos tonada:
Somos los únicos.
Claro que es difícil de aceptar
para quienes sólo conocen una
realidad tonalizada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario