(Periferio Gómara)
Un poema carente de ritmo
puede provocar rechazo por parte
de aquellos que necesitan aferrarse
a una cadencia y seguir un movimiento
pautado.
Peor aún, son los poemas con ritmos
cambiantes y difusos, o impracticables:
Los seguidores se pierden
antes de acercarse.
Pero tampoco hay que abusar
de la función repetitiva que
establece el ritmo: No se sabe
adónde puede llevar la reproducción
continua y fatigosa.
Mi poema contenía secuencias
de ritmo explícito; tuve que suprimirlas
para que resultara aceptable: Nadie quiere
explicaciones, no queremos saber nada
del ritmo.
Sólo debe cumplir su función, sin exponerse
demasiado. Los amantes del ritmo tienen
sus códigos, son ajenos a los excesos y
quieren cierto respeto a su intimidad:
Hay una relación íntima con el ritmo,
aunque no siempre sea el deseado.
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