(Serafín Cuesta)
¿Cómo comunicar lo que quedó
de un sueño sin editar, a otro
en la borrasca?
Un sueño sin plan, tal vez sin causa
y sin destino que interpretar.
Todos los destinos son interpretables,
como las imágenes del sueño
moviéndose en la pantalla líquida,
ese mar que se activa en nuestro estado
de reposo.
¿Reposo?
¿Quién conoce el estado de reposo?
La mente no reposa, no importa la calidad
del sueño o del residuo que queda, aún en
la memoria. Su movimiento es continuo.
Como el mar: Cada uno extrae
de ese cuerpo líquido moviéndose
sus propias sensaciones y sentidos.
Interpretar es extraer una parte.
Del mar se extraen sentidos, emociones,
alimentos, sensaciones y metáforas.
Conviven con los restos de otros naufragios:
Es también un cementerio; lo era antes de
Valèry.
No hay poeta que no escriba nada sobre
el mar, aún sabiendo que otros ya nadaron
esas aguas, casi siempre con mejor fortuna.
Mar, amar, soñar un mar sin rostro,
son misterios aún sin revelar
que sobreviven al tiempo, que nunca
es el mismo y se repite: como el mar,
cuerpo líquido que fluye,
avanza y retrocede
sin que se pueda amaromar.
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