(Horacio Ruminal)
Podría haber vacilado, lo sabía,
pero fracasé al segundo intento.
Otros lo intentaron antes
con distinta fortuna:
Las fortunas suelen ser distintas
mayormente, por fortuna.
¿Por fortuna?
(¿Qué es, qué la define: la suerte
o el exceso? ¿Es algo que se amasa
como el amor? ¿Se hereda, como la
voz, los atavismos y la sangre?
¿O se hace desde el pie, como los
goles que se hacen aunque no se
merezcan?
Hacer es anterior a merecer:
Cuando no había nada, estaba todo
por hacer sin que nadie lo mereciera.
Él lo hizo, y vio que era bueno. Entonces
hizo más verbos y los repartió para que se
multiplicaran.
Multiplicar es bueno, más que trabajar
como submúltiplo, amasar y amar
la repetición secuenciada del trabajo:
La multiplicación es la base de la fortuna.
¿La define? En parte, sólo se puede definir
lo que se conoce: toda definición es parcial,
es una reducción.
Por fortuna, conocemos la reducción.
Podemos reducir los daños que generamos
al reproducirnos, y reproducir cualquier
fórmula excesiva.
Pero vacilamos ante el éxito
de la reproducción automatizada que se
expande.
El éxito se reproduce por división:
Desde la conquista de la conciencia hasta
la división del trabajo, no hubo mucho
crecimiento. Pero desde esa división
superadora, las grandes fortunas no dejaron
de crecer.
La acumulación es condición necesaria
para el crecimiento de nuestro patrimonio
humano.
Las víctimas siempre han sabido acumularse.
Dios nunca fracasa, pero puede vacilar,
y sus tiempos son ajenos a nuestros valores
y medidas:
La vacilación Divina tiende al infinito
y podría parecernos indefinida.
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