(Horacio Ruminal)
Todo lo que se reconoce combustible
podría ser parte de un poema inédito,
casi infinito, y tan perfecto como inútil
para la combustión de la necesidad.
Las respuestas no son lo que eran,
pero aún degradadas sirven a la evolución
del cuerpo teórico, dispuesto a seguir
engordando.
Entre las teorías que circulan
cualquier cuerpo resulta sospechoso
¿para qué está? ¿Podría justificar el
lugar que ocupa?
La sospecha desciende de la duda, el
mayor instrumento evolutivo, anterior
a la palabra recurso y a otros recursos
retóricos.
Entonces recurrimos a la ciencia,
en donde la verdad vuelca su urna.
¿Habemos combustible suficiente
para siempre?
Hay respuestas que necesitan tiempo,
el tiempo tiene todas las respuestas.
Pero no se puede producir:
No es materia, es fungible y puede ser
tratado como combustible.
Al presente no hay motivos de alarma:
Contamos con recursos, hay palabras
que son como un salvavidas y como
un comodín: pueden usarse para todo
y siguen en carrera sin mermar su
utilidad.
Son tan sustentables como un buen
recurso natural.
La ciencia lo ha verificado, y probado
su evidencia:
La vida es pura combustión,
somos una parte insignificante
de sus recursos naturales.
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