(Emeterio Askman)
Desesperadamente
se buscan y se buscan
orígenes legítimos.
La desesperación
nunca conduce a nada.
Tampoco la pasión,
si no se la controla
desesperadamente.
¿Se miente con pasión?
¿Hay falsa y verdadera?
¿Mentimos en defensa propia?
¿Es justo mentir en defensa
de pasiones engañosas?
¿O sólo es justa la mentira
cuando es útil?
Sepa disimular: simular no es
lo mismo que mentir; hay que
saber y hay que saber diferenciar.
Simular sinceridad es aceptable
y justificable: en ocasiones resulta
útil.
Una mentira ocasional, en el
momento justo, es preferible
a una verdad no deseada, y es
perfectamente funcional al sentido
conocido como común, que aunque
no sea el verdadero, funciona.
No hace falta salir a defender la
mentira, ella sabe defenderse sola.
Una mentira exitosa, se reproduce
sin dificultad entre los contribuyentes
con total normalidad: El éxito de su
reproducción supera cualquier defensa.
No es para desesperar, las pasiones
son así: Los grandes ídolos del deporte
popular que a todos apasiona, suelen
ser atacantes, más que defensores.
No se conoce el origen de la pasión,
pero se sabe que procede del pasado,
como todo.
El origen de nuestra vocación ofensiva
podría estar en nuestra herencia genética,
que no es poca. Con la verdad, no ofendo
ni temo, ni espero despertar pasiones.
Legítimos orígenes seguirán esperando
mientras pasan pasiones y heptasílabos,
desesperadamente.