(Carlos Inquilino)
Hay muchas causas perdidas
en el curso de la acción.
La acción humana, que es una
forma específica de la actividad
sensible, está sujeta a los vaivenes
de la ganancia y la pérdida.
Una causa perdida, puede significar
el triunfo de otra: Todos perdemos
algo con las causas que se pierden,
aunque nos identifiquemos con las
otras.
Los movimientos son mayormente
impredecibles. Las acciones suben
y bajan como un niño en el subibaja.
¿Quién no ha sido ese niño?
El problema de este juego
es la dificultad para jugar solo:
Hace falta que otro baje para
poder subir.
Luego, el movimiento se mecaniza
y se reproduce con normalidad..
Las causas caídas en cumplimiento
del deber, no son más reconocidas
que otras.
Todas las causas tienen una vigencia
acotada, así como nosotros. Algunas
parecen más humanas.
Pero la verdadera causa humana, la
que nos movió a hacer todo lo hecho
en el curso de nuestra discreta historia,
y continuar repitiéndolo, esa no la
conocemos.
Tampoco importa mucho: El mundo
siempre confió más en los hombres de
acción que en los hombres de palabra.
Siempre aparecen nuevas causas para
abrazar, aunque no sean tan nuevas.
Todas muestran una parte abrazable,
hasta completar su efecto y declinar.
Es normal, que como buenos miembros
necesitemos compartir lo que abrazamos
y abrazarnos a aquello que vale la pena
compartir, aunque no dure demasiado.
En el suibaja de la vida, jugar solo
es aburrido.
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