(Aparicio Custom)
La soledad avanza
como dice acá,
no importa cuándo no lo leas.
El hombre, ese lector que ni
siquiera elige sus lecturas, es
presa de una desolación
que tampoco reconoce.
Si lo reconociera, al menos
no lo soportaría: Demasiada
soledad no se soporta.
El hombre sabe estar solo
ante los animales, a quienes no
considera semejantes, y también
entre sus semejantes, en los que
reconoce potenciales enemigos.
Está solo, en un planeta solitario
y tal vez único en su especie:
Un planeta asolado y degradado
por la expansión de la codicia
humana, que avanza en soledad,
indeclinable.
Sólo confía en sí mismo, y en sus
recursos naturales para apropiarse
de los restos de su propia devastación
y extraer la utilidad residual de sus
escombros.
La producción de desechos, más o
menos tóxicos no puede detenerse:
Siempre funcionó, no hace falta ir
muy lejos; está a la vista de cualquier
observador.
El observador más confiable
es el observador imaginario, que sigue
abstraído en su lectura, que no eligió
pero no lo sabe.
La soledad avanza sin oposición,
no importa cuándo no leas ésto:
No importa mucho lo que leas
o no leas; siempre hay otras lecturas.
Leer alivia la soledad, aunque sea
una pantalla como ésta:
Cuando leemos,
olvidamos la soledad del mundo
y olvidamos que estábamos solos.
Tampoco es que estemos tan solos:
Hasta en las mejores familias
la soledad avanza.
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