(Cósimo Stancatto)
El asalariado tiene los días contados.
Su utilidad viene observando una
merma que parece indeclinable.
El asalariado como sujeto, ya no
es una expresión metonímica del
trabajador genérico, ni lo es por
antonomasia.
Trabajadores hubo siempre, incluso
cuando no había trabajo.
El trabajador existe desde que el
hombre es hombre gracias al trabajo
ue lo rescató de la animalidad.
Lo único que cambia, son las condiciones
del trabajo y la distribución de sus frutos.
El asalariado sólo representa un segmento
de la historia evolutiva del trabajo, en
relación al sujeto.
El sujeto nunca muere, mueren los hombres
de carne y hueso, no importa cuánto hayan
trabajado para lograrlo.
II
En los tiempos de expansión u desarrollo
de las fuerzas productivas gracias al capital,
el asalariado ocupaba un lugar central:
Era la figura indicada para que el capital
se asegurara la provisión de mano de obra
necesaria en forma regular y continua, a un
costo razonable y sustentable.
Eso fue superado y corren otros vientos:
El capital supo crecer y desarrollarse, y ya
no necesita tanto trabajo. Luego, no tiene
por qué asegurar ninguna continuidad al
capital humano que no necesita.
El trabajador que no supo aprovechar las
oportunidades para reconvertirse, y
generar su propia fuente de trabajo, debe
asumir su fracaso sin trasladar el costo, y
entender que el mundo es otro:
El asalariado es parte del pasado, no tiene
más futuro que ese participio.
Ningún participio es muy confiable como sujeto.
La evolución no se detiene, es lo que pasa.
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