(Epifanio Weber)
Yo también fui un idiota útil,
concomitaba sin conciencia
y no me sentía mal, ni conocía
la culpa.
Hasta que me lo hicieron saber.
Después, con el tiempo fui
perdiendo utilidad, y empecé a
sentirme mal.
Aunque nadie me lo dijera, me
hacían sentir que no servía para
nada.
Eso me deprimía, era peor que
ser un idiota útil; mucho peor.
Tanto, que hasta pensé en el suicidio.
Sentía que la vida no tenía sentido
para mi, sin aquella utilidad perdida,
que parecía irrecuperable.
Es cierto que hay muchas cosas
irrecuperables que se pierden, como
la juventud y la vida misma, a lo cual
nos acostumbramos:
No aceptarlo sería inútil. Eso me hizo
reflexionar, y abandoné aquella idea;
hubiera sido una idiotez.
¿Acaso es pecado ser inútil?
¿Adónde está escrito? ¿Quién dijo
que era un requisito para ser digno?
Lo asumí con subordinación y valor,
aunque sé que el valor está subordinado
a la utilidad. Pero eso no me hace perder
la dignidad,
Tampoco es para vanagloriarme: Ser inútil
es sólo una forma de ser, no creo ser el único
y tampoco el primero.
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