(Serafín Cuesta)
El pez es un pésimo nadador.
Lo salva el diseño:
Un diseño único, especial,
hidrodinámico y funcional
que le permite desplazarse con
soltura en aguas abiertas o cerradas
sin hacer casi nada:
Basta con mover un poco el vientre
en el sentido deseado y dejarse llevar
sin ningún esfuerzo.
Los peces mueven el vientre
en el agua con toda naturalidad,
sin que nadie oponga reparos.
Sus deposiciones son degradables
e hidrosolubles y no afectan la libre
circulación del agua.
Las nuestras, no tanto, pero también
terminan en el agua, de un modo menos
natural: Una cuestión de diseño.
No estamos diseñados para el agua,
aunque podemos hacer muchas cosas
con ella, hasta beberla o consumirla
en algún refresco mientras disfrutamos
nuestros deportes náuticos.
El diseño es todo, y el nuestro
es el más completo: Confiemos
en quienes están diseñando nuestro
futuro.
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