(Serafín Cuesta)
Según el libro de Enoc
fueron ángeles caídos
los que enseñaron al hombre
la escritura.
Antes, sólo hablábamos
y olvidábamos.
Nadie se esmeraba mucho
sabiendo que el destino seguro
de lo emitido sería el olvido.
Las nuevas palabras que se agregaban
al vocabulario de uso, corrían el riesgo
de ser olvidadas si no justificaban su
valor de uso y su valor de cambio:
Esto es, si no mostraban utilidad.
El uso de la palabra se reducía a
su función básica, y el único sentido
reconocido era el de poder convencer
a otros, para controlarlos y aumentar
el poder.
Era suficiente utilidad, nadie esperaba
ninguna palabra perdurable, hasta que
alguno más astuto descubrió que con
el artificio delritmo y la rima, era más
fácil repetir y memorizar cualquier cosa.
La escritura produjo un cambio en
nuestra relación con la palabra, y
también en las relaciones humanas:
Cobijó una cantidad de expresiones
dudosas que enriquecieron nuestro
discurso y al lenguaje mismo.
A la vez, dieron lugar a la producción
y emisión de textos inútiles, como los
poemas que no dejan de multiplicarse,
olvidando el cuidado del ritmo, la
métrica y la rima, ya que no necesitan
ser memorizados:
Pueden acumularse sin ningún sentido.
Aunque podrían servir, en un futuro no
lejano, como testimonio de la evolución
alcanzada por esta especie única de
animales altamente organizados:
Ninguno hace cosas como éstas.
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