(Tomás Lovano)
Cada persona que eliges
refleja una carencia tuya,
una herida no sanada, o
un deseo oculto.
Siempre tuvimos algo que
ocultar para preservarnos
como seres amables
o desables.
Sólo Dios podría mostrarse
tal cual es, pero siempre
prefirió no hacerlo:
Él no necesita venderse.
Cada persona que eliges
refleja una carencia, una herida
o un deseo sin obturar, sanar o
resolver.
Todos tenemos algo que ocultar:
Es lo que nos hace atractivos y
deseables.
No te ocultes en el otro:
Si te eligió, es porque tiene
algo que ocultarte.
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