(Encarnación Segura)
Mi fe es indoblegable
e incontestable, dijo el hombre
doblegado por el peso de su cruz.
El volumen de ese peso que lo
vencía, parecía aumentar aquella fe
que nadie comprendia.
Tampoco conocían que el condenado
contaba con recursos propios para
librarse de la cruz, de los clavos
y de cualquier condena.
Los verdaderos dioses, nunca hacen
uso de sus superpoderes delante de
los mortales.
Si lo hicieran, los milagros acabarían
tornándose algo común y nadie
valoraría el sacrificio,
padre legítimo de toda fe renovable.
Siempre hay algo que sacrificar
para el creyente sano.
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