(Carlos Inquilino)
El movimiento resbaló
en el tiempo, como era
de esperar.
Suele ocurrir con todos
los movimientos previsibles.
Con los otros, nada puede
hacerse.
El tiempo es una aspiradora
que no para ni respira:
Su vacío intrínseco nunca se
colma.
El movimiento es hijo del
tiempo y el espacio: Ese hijo
único que nunca abandona a
sus padres muertos.
Los cuerpos animados, en cambio
son materia, es decir sentido.
Los movimientos pasan, van y
vienen y se reproducen, como la
vida.
Nos contentamos con eso, es lo
que nos toca. No es tan poco, y
tampoco tanto pero podría ser
suficiente:
Nos permite, al menos, invertir
y producir. Producimos sentido
con fines comerciales.
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