(Florencio Cusenier)
Mojones inconsútiles
circulan libremente
entre estaciones húmedas
y secas.
Se tornan invisibles
al mojarse: parece que
brillaran por su ausencia
en las noches de lluvia,
pero sólo es ilusión:
ellos siguen en función,
son mojones que se mojan
como se mojan las hojas:
dejan de verse, sin dejar
de ser mojones:
como tantas cosas que
dejamos de ver, sin llegar
a ser mojones.
A diferencia de los mejillones,
que saben brillar cuando se mojan
y saben hacerlo con naturalidad,
los presentes mojones brillan
por su ausencia.
Pero es sólo ilusión, y el brillo
no afecta su función: Están donde
estuvieron siempre, desde que son
mojones.
Asimilan la lluvia que los moja
sin compasión, como cualquiera
de estas hojas desapasionadas.
Están ahí, aunque no se vean:
siguen de pie, acojonados, erectos,
circunspectos esperando que pare
para hacerse ver, como es propio
de cualquier mojón responsable.
Ilusorio o no, en actividad.
Las ilusiones inconsútiles
circulan libremente.
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