domingo, 31 de marzo de 2024

Coplas de Constantinopla

 

(Serafín Cuesta)

 

El ácaro acaricia la acacia

con un dejo de avaricia.


La acacia recibe esa caricia

minuciosa y algo avariciosa

sin sospechar del huésped ácaro.


Verbigracia: goza la acacia

la caricia que se acerca, la goza

hasta percibir el daño.


La acacia de Constantinopla

no es una especie nativa, como su

nombre lo indica, salvo para los

nativos de Estambul, que no es

el caso de este poema.


Por el contrario, el ácaro es de acá:

No vamos a entrar en discusiones

bizantinas pero es más nativo que

muchos de nosotros.


El ácaro patrio goza en su derecho,

es uno de nosotros como dijo el

General: nuestro General.


Por lo general, el goce viene junto

con el daño; está estudiado:

Hay suficientes estudios sobre el goce.


No cultives el goce de la crítica

ni te apiades de la acacia de Constantinopla.


Goza de tus propias caricias tanto como puedas,

y de la gracia de estas coplas,

libres de contaminación ideológica.


Sé libre como un ácaro, como un ácaro libre.


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