(Egberto Ovando)
¿Cuál es la utilidad de un huevo?
La verdadera utilidad es incierta:
No hay una respuesta taxativa y única
que satisfaga a todos, seamos ovíparos
o no.
Si se lo observa detenidamente,
el huevo se asemeja a una O.
Pero eso no nos dice nada, como tampoco
una O aislada y fuera de contexto.
Un huevo nunca dice nada, aunque descontamos
que es un huevo por su apariencia, características
formales propias de un huevo.
Sí sabemos, que cada huevo es único, aunque
sean de la misma especie, de la misma madre
y de la misma parición.
Lo que no quita que todos tengan un antecedente
común: Hubo uno que fue el primero, no pudo
haber sido de otro modo.
He aquí un misterio que nunca pudimos resolver.
Todo huevo encierra al menos un misterio.
Conocemos la utilidad de los misterios
a través del desarrollo histórico de la fe.
La fe es un misterio que siempre se renueva,
y para muchos de nosotros, una necesidad.
¿Cómo podríamos vivir sin fe?
¿Cómo podríamos hacer nada, sin ella
a sabiendas que vamos a morir como única
certeza?
Nuestra vida misma es un misterio en desarrollo,
como este huevo abstracto, metafórico y genérico:
Sólo esta fe, que no sería posible sin palabras
nos mantiene en vilo, erectos, más o menos
activos y expectantes:
¿Se develará el misterio cuando todo concluya?
¿Conoceremos el verdadero fin de todo?
Para conocer la utilidad del huevo
necesitamos conocer su procedencia:
¿De dónde vino? ¿Cuál es su verdadero origen?
El huevo nada dice: calla, no confiesa.
No podemos confiar en esa ovalidad cerrada
sobre sí, ni el la utilidad de la filogénesis
del conocimiento:
Todos fuimos huevos, un huevo o cigota
embrionario, que pudo desarrollar en estos
cuerpos misteriosos que portamos por obra
del azar, y nos mueven a buscar la mayor
utilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario