(Egberto Ovando)
No son muchas, pero es útil conocerlas
para evitar consecuencias indeseables.
Para gozar de derechos, hay que observar
y asumir obligaciones o deberes.
Nos sabemos deudores, en más de un sentido.
Contamos con cientos de sentidos, aunque
sólo conocemos algunos (posiblemente los
más útiles)
En rigor de verdad, nuestras obligaciones
naturales deben su nombre a que pudimos
naturalizarlas:
Antes no existían, son una verdadera conquista
humana que debemos a la evolución:
un mandato biológico que obedecemos, sin saber
a qué se debe, ni para qué sirve.
No descartamos que pueda ser, también, o antes
un mandato divino (No descartamos nada, así
funciona la evolución, a partir de la selección
natural)
II
En el estadío actual de la secuencia evolutiva,
la primera obligación natural es mantenerse
en forma, y estar disponible para las demandas
de la guerra: un estado natural de la etapa que
cursamos: Siempre estuvimos en guerra, aún
cuando no lo advirtiéramos:
Sea real, virtual, subliminal u otras formas
en desarrollo que aún no podemos tipificar.
Se presume que estamos en vísperas de otra
guerra sucia, una modalidad en la que se
conoce que el enemigo puede estar en cualquier
parte, ocultarse, mutar y medrar con todos
esos recursos.
Requiere un estado de vigilia y atención permanente,
ya que podría enmascararse y hasta compartir la
mesa familiar:
Sí, el enemigo interno puede estar entre nosotros,
y convivir, compartiendo nuestra propia unidad
funcional. Puede, incluso, estar dentro nuestro:
Pudimos haber sido infiltrados sin percibirlo,
y sin siquiera sospecharlo.
Sólo estando preparados, atentos y con una
capacitación adecuada, estaremos en condicioens
de reconocernos sospechosos y cumplir con la
obligación natural de denunciarnos
a las autoridades en ejercicio.
Las otras obligaciones naturales son secundarias,
subalternas y de poca relevancia, como todo lo
natural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario