(Luis Espéculo)
Esto es un vicio:
me dije y lo agendé
para no olvidarlo.
Es difícil olvidar los vicios,
pero hay vicisitudes que sólo es
posible controlar con la conciencia.
El vicio es mal compañero,
pero no deja de ser uno.
Una conducta adictiva refleja muchas
cosas ¿Qué vino a reemplazar el vicio?
Si cobráramos conciencia y nos libráramos
de todos,
sin duda ganaría la calidad
de vida del planeta, o al menos
de su parte enviciada: Nosotros.
Podríamos competir con los que nunca
pecaron de viciosos en un ambiente sano
y libre de emisiones sospechosas, sin que
nadie tuviera que sufrir la contaminación
del otro:
Una sana competencia, libre y soberana,
es garantía de un desarrollo saludable.
II
El problema es la conciencia:
tan difícil de controlar como el vicio.
Yo al menos lo agendé; puede ser útil
mientras pueda manejar mi agenda.
Eso me hizo reflexionar:
Siempre nos hemos expandido con éxito,
pero ¿Hasta dónde puede expandirse la
conciencia? ¿Somos conscientes de todo
lo que nos falta? ¿O sólo nos conformamos
con poder reemplazarlo?
Una cosa lleva a la otra, y cuando queremos
ver estamos perdidos:
El exceso de conciencia, también puede
evolucionar en vicio, como cualquier hábito.
Para no ir más lejos, me detuve en esta
conclusión: Si todos cobráramos conciencia
de todo lo que hacemos y sus consecuencias,
ninguno haría nada, y el ocio nos arrojaría
al vicio.
El vicio es mal compañero, es verdad;
pero también conduce a una verdad
que es lo que queríamos demostrar:
¿O no?
Enviciarse en la búsqueda de la verdad
puede ser un camino sin retorno.
Si nos libráramos de nuestros vicios,
sin duda mejoraría la calidad de vida
del planeta; o al menos de su parte
enviciada: ¿Seremos irreemplazables?
No hay comentarios:
Publicar un comentario