(Amílcar Ámbanos)
El poema hermético
es una pieza de alta elaboración,
que requiere un abordaje especial
para poder desentrañarlo, y gozar
en un sentido amplio de todos los
sentidos que contiene.
Hay que ser cauteloso, también podría
no tenerlos y su aparente hermetismo
no ser más que una trampa, para hacer
creer que es más de lo que parece:
Éste es otro de los sentidos
que frecuentan los poemas, objetos
engañosos como pocos.
Pero no nos engañemos, no hay que
amilanarse ante el hermetismo, que
desciende de Hermes, el tres veces
grande:
Todos los poemas tienen algo, más o
menos oculto que decir (aunque no sea
lo que esperábamos), y lo hacen a su
modo, un modo que les es propio, y
que es lo que hace que sean poemas.
Hay que invertir un tiempo para examinarlo,
desguazarlo, intervenirlo hasta descubrir
sus mecanismos articulados y poder acceder
y apropiarse de todos los sentidos que contiene.
Si al cabo de un tiempo razonable, la inversión
y el trabajo hermenéutico no arrojan resultados,
y todo lo obtenido es un vacío más profundo
de lo que se sospechaba, no es motivo para
el desasosiego y la decepción:
Significa que estamos ante un poema
de calidad superior, tal vez perfecto.
Es momento de dar por terminado el trabajo
y gozar de la perfección.
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