jueves, 21 de marzo de 2024

profesiones del futuro

 

(Remigio Remington)

 

Ante los pronósticos de expertos

y estudiosos sobre el advenimiento

del colapso definitivo del mundo

inteligente, le elección de una profesión

con futuro perdía todo sentido, si

tuviera alguno:


¿Qué iba a hacer con el futuro de mi

profesión, una vez colapsado el futuro

en su conjunto?


¿De qué me serviría ese excedente

de futuro sin espacio donde aprovecharlo?


Una carrera es una inversión: como un hijo,

o plantar un árbol, escribir un libro, una

página o un poema…

 

II

¿Todo es inversión?


Depende, no se puede afirmar nada definitivo

por ahora: Esta palabra es tan dinámica como

el tiempo, del cual depende para existir, como

casi todo; y el tiempo es cambiante por naturaleza.


Antes de inventar el tiempo, la inversión nos era

ajena, y tan desconocida como otras funciones

que debemos a él.


Con la posesión del tiempo, como noción central

y axial para la organización de la vida inteligente,

junto a las magnitudes que lo miden, en forma

casi automática surgió la inversión:


Mientras algunas mentes desarrollaban una

elaboración incipiente de teorías cosmogónicas

y comenzaban a esbozar un pensamiento más

o menos filosófico en torno a esta nueva noción,

inédita y cargada de futuro, otras no perdían el

tiempo y ya estaban invirtiendo.


Todo indica que la pérdida de tiempo, es anterior,

incluso a la aparición de los primeros poetas.

 

III

Pero la inversión ya no se detuvo, y comenzó a

expandirse sin control, como un virus, a la luz

de otro invento capital: la propiedad.


Tal fue su evolución, que ahora nos preguntamos

con fundamento. ¿Todo es inversión?


No, todavía no: está el amor, sostiene algún

escéptico anacrónico. Hablemos de amor

¿Qué es, cómo funciona?


Bien, es un sentimiento casi natural: Uno

deposita su deseo en otro, y comienza a cultivar

un sentimiento de posesión propio del vínculo,

esperando reciprocidad para obtener un beneficio

común, en función del tiempo.


A veces no funciona, y hay que probar con otra

inversión: El amor es como una plantita que hay

que regar cada día, abonar y cambiarle la tierra

de vez en cuando, y reemplazarla cuando acaba

su vida útil.


Pero dejemos el amor, que nadie sabe bien qué es,

y ya hay suficiente con los poemas de amor, Erich

Fromm, y las telenovelas:


Mejor volver a la inversión, mientra el tiempo lo

permita. Todavía no se puede afirmar que todo

es inversión, pero no falta mucho.


Ahora atravesamos una crisis, tal vez la última,

pero pudimos averiguar que se debe a la falta

de inversiones: No supimos atraer las que

necesitábamos, y ahora estamos pagando las

consecuencias.


Sabíamos que la educación es la mejor inversión,

pero, acaso por un error de interpretación, la

confiamos a los inversores: Ellos no suelen

fracasar, lo sabemos.


Ahora es tarde para lamentarse, y para pensar

en el futuro…


Es mejor pensar en carreras cortas, es lo más

seguro: cuanto más cortas, mejor.


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