(Amílcar Ámbanos)
Óyese el canto
de una abeja en flor.
Las flores son ajenas
a los cantos del trabajo de la abeja,
más que al desove de la oruga.
No todas las orugas
hemos de llegar a mariposa.
Óigase el canto zumbón,
el goce redondeado de la abeja
que se aleja.
El polen se va con el canto
a otra parte: Parte de la colmena
es la abeja, y sabe lo que hace.
¿es su trabajo? ¿lo sabe cuando canta?
¿Es tan natural la abeja en flor
como la mariposa desflorada por el canto
silencioso del poeta que la ignora, como
si fuera una oruga?
La abeja volverá por más:
no sabe hacer otra cosa y goza
sin saber que trabaja, ni para quién
canta.
El polen es alérgico a la genética
de la metáfora:
Óigase el sonido residual
del goce decantado
que florece al alejarse…
(Ahora la flor liba la abeja)
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