(Encarnación Segura)
Agazapado como un huevo oriundo
abandonado por todos sus catetos,
en la intemperie que creara:
Solo como un dios incomprendido
por sus pares, pensó en sí mismo,
en todo lo que tenía para dar, en la
fuerza de su amor inmensurable
y en las virtudes de su propia
abundancia interna.
Esa riqueza infinita merecía compartirse,
al menos:
Podemos estar mejor, se respondió a sí
mismo como única fuente de saber y
conocimiento justo (si hay algún
conocimiento justo y verdadero, es el
Divino)
Pero flotaba una duda en el aire eterno
de su intemperie óntica, magnífica y
perfecta:
Puedo crear lo que desee, y destruirlo
en un soplo si no me complace, u
obedece como Yo mando.
Y puedo volver a hacerlo todas las
veces que se me ocurra.
Pero no puedo despejar aquella duda,
tan antigua, acaso como yo.
No sé si soy el único que duda
entre los dioses ¿Hay otros?
¿Cuántos somos?
Tampoco estoy seguro, y no puedo
dejar de reconocerlo: Como semejante,
me siento más bien dudoso.
Sólo en este pequeño mundo, una
fracción insignificante de toda mi
manufactura, mi rebaño cuenta con
4.300 religiones y 30.000 dioses,
que se siguen reproduciendo.
Mientras Yo, el eviterno, el verdadero,
agazapado y solo como un huevo
abandonado, sigo osanando sumido
en esta vacilación Divina.
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