miércoles, 31 de enero de 2024

Dios y la división de poderes

 

(Encarnación Segura)

 

Agazapado como un huevo oriundo

abandonado por todos sus catetos,

en la intemperie que creara:


Solo como un dios incomprendido

por sus pares, pensó en sí mismo,

en todo lo que tenía para dar, en la

fuerza de su amor inmensurable

y en las virtudes de su propia

abundancia interna.


Esa riqueza infinita merecía compartirse,

al menos:


Podemos estar mejor, se respondió a sí

mismo como única fuente de saber y

conocimiento justo (si hay algún

conocimiento justo y verdadero, es el

Divino)


Pero flotaba una duda en el aire eterno

de su intemperie óntica, magnífica y

perfecta:


Puedo crear lo que desee, y destruirlo

en un soplo si no me complace, u

obedece como Yo mando.


Y puedo volver a hacerlo todas las

veces que se me ocurra.


Pero no puedo despejar aquella duda,

tan antigua, acaso como yo.


No sé si soy el único que duda

entre los dioses ¿Hay otros?

¿Cuántos somos?


Tampoco estoy seguro, y no puedo

dejar de reconocerlo: Como semejante,

me siento más bien dudoso.


Sólo en este pequeño mundo, una

fracción insignificante de toda mi

manufactura, mi rebaño cuenta con

4.300 religiones y 30.000 dioses,

que se siguen reproduciendo.


Mientras Yo, el eviterno, el verdadero,

agazapado y solo como un huevo

abandonado, sigo osanando sumido

en esta vacilación Divina.


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