(Serafín Cuesta)
Yo sospecharía de nosotros,
en este orden
y en los subsecuentes.
En primer lugar,
cualquier plural es sospechoso
si se trata de personas
o sujetos:
La sospecha es constitutiva
de la agregación, no importa
el número de objetos o sujetos.
Hablemos de mí, dice el sujeto
propio y nos incluye sin autorización
en su primera persona del plural:
No queremos volver a…
Yo no sé si quiero volver ahí
ni sé si quiero ser parte de ese sujeto
pegajoso como un atrapamoscas.
La trata de personas existió siempre,
como el orden sintáctico y el carácter
representativo de los verbos transitivos
y los modos verbales de ocupar el
tiempo:
Todos somos responsables, en alguna
medida; sospecho.
Hablo en nombre de los sin nombre,
me gustaría más pero resulta excesivo.
Hablo en nombre de los que no se
sienten representados, ni lo desean…
No, no sería ético atribuirse una
representación ajena al deseo.
Hablo en nombre mío
y de ningún otro, debería decir
el emisor para estar libre de sospecha.
Pero en los tiempos que corren
hasta la libertad se ha vuelto sospechosa.
Sospecho que no soy uno de nosotros,
parafraseando al General,
que se apersonó en nuestra historia para
dignificarnos, y hacernos una patria libre,
justa y soberana.
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