(William Arsenio Pereira)
Hoy tuve un buen gesto,
un gesto valioso, podría decirse.
Pero no noté que nadie más
lo valorara.
Entonces tuve una actitud decorosa
y lo acepté con sensatez: cada uno
tiene sus valores, es posible que el
valor de mi gesto no sea compatible
con otras valoraciones y escalas de
valores.
Quienes cultivamos la humildad
como valor, no buscamos ni esperamos
el reconocimiento de los otros:
No necesitamos ninguna aprobación
ajena para confirmar el valor
de un gesto nuestro.
Conocemos nuestros valores y sabemos
que son los correctos: No tenemos nada
que esperar de ningún otro y nos complace
haber tenido un gesto como ese:
Sólo por eso lo hacemos, sin esperar recompensa.
La humildad es así, los humildes no esperamos
nada de lo que se puede esperar.
Me mantengo ajeno al reconocimiento
externo; nunca lo necesité.
Y eso no me impide cultivar la humildad
con éxito, aún sin el reconocimiento merecido:
No lo necesito, yo sé lo que valgo.
Sólo yo sé, me dije con un guiño cómplice:
Un buen gesto que supe valorar.
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