(Pascual Rambler)
Estaba en condiciones de escribir
un poema sublime. Pero al momento
de poner manos a la obra, encontré
que no tenía nada que sublimar.
No me resigné: los poetas suelen
adelantarse a su tiempo; era cuestión
de bajar la vara. La inspiración puede
hacer maravillas con pocos elementos,
me arengué para insuflarme más valor.
Me sentía bien insuflado, pero ella, la
inspiración, se hacía desear.
No iba a bajar los brazos, no es mi estilo:
Con inspiración escribe cualquiera, y no
es mi caso: nunca me reconocí como un
cualquiera.
Las condiciones adversas representan un
desafío, sólo los débiles abandonan. Los
otros nos adaptamos y seguimos adelante:
Sólo es cuestión de bajar la vara, me
repetí.
El verdadero poeta escribe en cualquier
condición y circunstancia; nada ni nadie
lo detiene, porque es libre:
Nadie puede ser más libre que un poeta:
se rebela a todo condicionamiento externo
y conoce su misión: revelar que hay otros
mundos y otra libertad posible.
Puede escribir en silencio, pronunciarse en
soledad o entre las masas vociferantes.
O hacer silencio y no escribir; nadie lo obliga:
es libre.
Sólo el poeta verdadero puede escribir
sin tener nada que decir. Pero se cuida
de hacerlo en forma deliberada y nos
engaña con su arte: Todo arte es una
forma de engaño.
Es libre de repetir, citar, parafrasear, copiar,
robar y arrepentirse o no. Y de bajar la vara
tantas veces como desée.
El poema sublime siempre puede esperar.
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